EXITOSO

¿Qué comer cuando viajamos?


Cuando emprendemos un viaje hacia otro país, nos toparemos, irremediablemente, con otras costumbres, otras formas de ver la vida. Eso es positivo, claro está, pero algunas de las cosas que tenemos asumidas al vivir en nuestro país, tendremos que reconsiderarlas al estar en otro. La comida, por ejemplo.

Hay dos clases de viajeros: los que quieren probar toda la comida nueva posible, y los que prefieren ir a lo seguro y comer lo conocido, para no tener que enfrentarse a los posibles malestares que pueda causar una comida a la que no estamos acostumbrados.

Al conocer otro país, lo que a algunos les interesa realmente es la gente, la arquitectura, la cultura. Ver cómo es de diferente la gente de otra región, cómo mira la vida, cuáles son sus problemas y preocupaciones, cuáles son las cualidades grupales que hacen a una nación. Maravillarse ante lo diverso, pero también lo iguales que podemos ser de un lugar a otro.

Para darse cuenta de todo esto, uno debe estar bien de salud, y probablemente un plato al que no está acostumbrado, pueda jugarle una mala pasada e impedírselo. A veces tan sólo se trata de que sea distinta la forma de cocimiento para provocarnos indigestiones. Por eso es preferible comer lo viejo conocido y probar menos las grandes delicias. Quizá nos hayamos perdido de degustar muchas cosas, es cierto.

Pero también está la gente a la que le gusta probar cosas nuevas, condimentos nuevos, formas diferentes de tratar a los mismos animales muertos. Supongo que irán acompañados de un estómago de acero. Este tipo de gente disfruta también la comida, es uno de sus placeres favoritos, y ojo, esto no quiere decir que sean obesos, ni nada parecido. Tan sólo quieren darse gusto con la variedad, conocer la cultura del país a través de su comida.

Cuando nosotros no vamos como turistas, sino como estudiantes o por trabajo, la cosa cambia. Es mejor comer lo que ya conocemos, no hacerlo, probar cosas nuevas y exóticas puede hacer que no hagamos nuestro trabajo bien. Primero el deber y después el placer. Esto es sobre todo importante en las visitas de corta duración, en las cuales nuestro tiempo tiene que rendir al máximo, y se espera de nosotros eficiencia.

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